domingo, mayo 10, 2009

La crisis (intelectual) del periodismo

El artículo de El País de hoy acerca de la crisis del periodismo merecería una larga disección con la que sacar los colores a tamaño despropósito. Un artículo que se envuelve primero en un halo de imparcialidad, para en su segunda parte conjurar a todos los espíritus corporativistas de la profesión en pos del milagro de la salvación de la prensa escrita.

No tengo mucho tiempo para hacer tal disección. Tal vez lo primero que habría que explicarle al redactor del artículo es la diferencia entre un medio de comunicación y la plataforma física sobre el que se plasma. El periodismo no deja de ser periodismo, ni se contamina, si en vez de plasmarse por escrito en pulpa de papel, se transmite en forma de bits a través de un satélite o sistema terrestre. O dicho de otra forma, no creo que sus compañeros periodistas de Cuatro (TDT), Digital+ (satélite) o El País digital (Internet) hagan menos "periodismo" por no hacerlo sobre un papel. El problema de que distribuir noticias en papel de forma diaria no sea rentable es un problema de las imprentas, no de los medios de comunicación, que pueden elegir los canales que más favorables les sean para ellos y sobre todo para sus clientes, que son los que pagan el sobrecoste.

Pero dejando de lado todas estas obviedades sobre las que naturalmente, no van a hacer caso (el objetivo de ese artículo es lloriquear un poco, porque ya se sabe que "el que no llora no mama", no buscar las verdaderas razones de la crisis y sus posibles salidas), me gustaría centrarme en este trozo en concreto:

¿qué pasa si la gente cambia de hábitos? Todo el mundo parece suponer que, dado que los jóvenes de 20 años no leen en papel, los que hoy tienen ocho años también optarán por una pantalla digital como su método favorito de comunicar con la gente y enterarse de lo que pasa en el mundo. Pero, ¿qué ocurre si los niños de hoy se rebelan contra el onanismo dominante en las actuales generaciones jóvenes y buscan un contacto táctil y visual con personas no virtuales, sino físicas? Facebook y otras variantes de redes sociales podrían llegar a considerarse lastimosamente démodés de aquí a diez años.
Pero vamos a ver, ¿exactamente de que cueva han sacado al periodista este? Porque tiene bemoles lo que está diciendo. O sea que, una generación que se está literalmente formando delante de la pantalla de la televisión (son los que más horas diarias consumen con diferencia), de los móviles, de los ordenadores, que basan todo en lo audiovisual, y que no hace falta ser un genio para saber porqué les llaman la generación HOYGAN, por arte de birlibirloque de repente se van a poner a leer periódicos cuando hasta los libros de texto ahora se les sobrecargan de gráficos, esquemas y dibujos para que se les haga más digeribles. Para definir este grado de candidez el término wishful thinking se queda muy muy corto.

La crisis del periodismo, que es una cosa bastante distinta de la crisis de la prensa, reside en el naufrágio intelectual de algunos de los que ahora lo oligopolizan. La crisis reside en darle la palabra a un periodista para que opine sobre el futuro del periodismo, como si uno pudiera ser a la vez parte y juez imparcial. La crisis del periodismo reside en contar mentiras que no se creen ni los propios que las cuentan. La crisis del periodismo reside, en definitiva, en los periodistas de aquí y ahora, y no en la necesidad de estar informados ni en los formatos con lo que eso se haga.

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